Una taza de café guayoyo sobre la mesita luchando a punta de aroma con un cigarrillo. Sentada frente a un gran ventanal preñado de verde intenso y de los matizados rojos y naranjas de mis heliconias...y por su puesto de mi orgullo de aprendiz de jardinera...una tarde cualquiera en Araure.
No suelo tener buena memoria para guardar con detalles, ningún “primer momento” en mi vida. La saga existencial posterior a cualquier inicio es lo determinante en mi memoria. Y suelo tener conciencia razonada de sus efectos buenos o malos; de las marcas que han dejado en mi sentir y en mi visión de ser humano y de mujer
Pero las páginas de un trabajo de Stephani, revisado a titulo de su famoso: “mamá ladilla” produjeron en mí uno de esas raras excepciones, en las que guardo una primera vez, como fotografía viva con colores, aromas, sonidos y estado de ánimo.
La maestra de Ingles pidió como tarea un fragmento en ese idioma sobre un país. Previo sorteo...a Steph y su “equipo” se les asignó Afganistán.
Han pasado muchos años y el tema sigue siendo tan estremecedor como aquel día que leí por primera vez la palabra Burka , sentí el polvo de sus caminos en mi garganta y el terror femenino ante la palabra taliban.
Irremediablemente cuando pienso en conflictos vivos, cuando evalúo mi pensamiento como la pacifista que quiero ser "sin peros" cuando me mido como mujer afortunada …
Afganistán me arropa en contradicciones y apuntala mi ignorancia y mi incomprensión sobre una nación milenaria que ha sido la encrucijada principal para Asia central, Asia del Sur, y Medio Oriente; cuya cultura ha sido influenciada por el Islam, pero también en menor medida por el Budismo y el Zoroastrismo.
Tierra de una poesía erótica y apasionada, cargada de imágenes sensuales y alabanzas al cuerpo de la mujer
Del popular poeta afgano Rahchan Kayil
“Llevo en mí el olor de tu cuerpo.
¡Oh! este aroma que flota sobre tu nuca, tu cuello y tus brazos,
Que revuela en torno de tus caderas y de tu vientre dorado,
Este aroma que alimentan sin cesar como dos redomas inagotables
Los vellones espesos que sombrean tus húmedas axilas.
Llevo en mí el olor de tu cuerpo.
¡Oh! este aroma penetrante de que está impregnado mi deseo;
Aroma hecho de miel, de sándalo, de leche y de agua de rosas,
Sobre el cual durante las orgías de amor destila la humedad de tu piel,
que transpira ámbar. Llevo en mí el olor de tu cuerpo”
Un país entrelazado de etnias que a su vez se fragmentan en clanes, los cuales rivalizan entre sí con una memoria genética de guerreros.
Buscando en un dispositivo externo a mi PC una receta, me topé con este artículo del celebre periodista Jon Lee Anderson. Agosto 2005
Es una radiografía contradictoria de los hombres que pisan sus áridas tierras, algunos pisan a muerte las mujeres y todos aman las flores.
Los afganos aman las flores, a pesar de que no tienen agua para regarlas. Si un mujaidin —uno de esos guerreros musulmanes que pelearon contra los soviéticos y los talibán— va a una casa de fotografía para retratarse, tiende a posar con un buqué de flores de plástico, y tras él suele haber un telón de fondo pintado con campos de flores. Cuando en 2001 volví a Afganistán y vi al mullah Naquib, un sacerdote musulmán, recuerdo sobre todo un jardín de flores en medio de un terral dentro de su casa. Su guardaespaldas, un hombre rudo, vestido de negro y tostado por el sol, me llamaba para que las admirara y esperaba mi grata reacción ante cada una. Me llevaba de flor en flor, entre rosales, narcisos y dalias. Después entré en la casa a conversar con el mullah Naquib, y al rato uno de sus secuaces apareció con un cofre de plata atado con una cinta, como esos lazos con que las niñas se sujetan el cabello. En su interior había unos narcisos, esas flores blancas y delicadas que tienen el corazón amarillo. Naquib las recogió con cara de felicidad, las olió y me las pasó como su invitado de honor. También las olí y de inmediato nos pusimos a conversar sobre las flores.
No tenía una explicación sobre esta afición masculina por las flores en una sociedad tan ruda como la afgana. Hay en este país un romanticismo que no es nada conocido en Occidente, que atraviesa toda su cultura y trasciende las barreras de los sexos, nuestro entendimiento de qué es lo que le debe gustar a un hombre y qué le debería gustar a una mujer. Hay una especie de ambisexualidad en la cultura afgana: bastante de su música y de su poesía se trata de aclamar la belleza de la naturaleza, de montañas y ríos, de evocar el esplendor de tiempos pasados. Existe además un gran ritual en los saludos cotidianos: el huésped se pasa minutos devolviendo saludos de bienvenida en los que se pregunta sobre la familia, el viaje, la salud, y uno siempre dice bien, bien, bien. Se acostumbra a llegar lentamente a lo que es el tema del encuentro. Antes deben llegar el té con un platito de nueces o caramelos o pasas traídos del mercado o del huerto del anfitrión. Esa es la hospitalidad afgana de rigor. Las flores sólo aparecen cuando están de temporada, y en estas ceremonias de visitas son tratadas como la llegada a una fiesta de cumpleaños de una orquesta sorpresa.
LOS AFGANOS SON MUY SEXYS
Hay un chiste perverso en Afganistán: dicen que cuando los cuervos sobrevuelan Kandahar se cubren el trasero con un ala, por si acaso. Los afganos de otras regiones bromean de este modo sobre el alto índice de pederastia que existe entre los hombres pashtun —la tribu mayoritaria de Afganistán, sobre todo del este y el sur del país, de donde provenían la mayoría de los talibán. Aunque sea mal vista, la pederastia sucede con frecuencia. Una de las primeras maniobras populistas de los talibán fue castigar a los comandantes mujaidines acusados de violación o de pederastia. A los homosexuales los mataban del modo más cruel: les mandaban tanques o aplanadoras que los enterraban bajo paredes de barro. La pederastia fue una preocupación del mullah Omar, el jefe de los talibán, quien decretó que sus comandantes no podían tener jóvenes lampiños en sus huestes.
No sólo sucede con los pashtun: en general los afganos están más cercanos a la ambisexualidad que los occidentales. Tienen afición por los niños púberes, una tradición que recibe el nombre de ashna. Algunos de ellos son los verdaderos objetos de deseo por parte de hombres maduros. Uno de mis intérpretes en el norte de Afganistán me explicó cómo funcionaba. Parte de esta tradición viene de la separación de los sexos: los hombres no se pueden relacionar fácilmente con las mujeres (se supone que las esposas no deben ser vistas), y, además, el que se considera heterosexual sólo puede casarse si paga una dote obligatoria, una que impide que un hombre joven pueda casarse, sobre todo en tiempos de guerra, porque no se puede trabajar y ahorrar dinero. Así la separación de los sexos dura más tiempo, y las amistades entre los hombres se vuelven muy cercanas. Hay una especie de homoerotismo en la sociedad, y estas conductas pueden ser muy confusas para un occidental. Los hombres se bañan juntos en los baños públicos de vapor, y tienen ciertos modales que los occidentales veríamos como afeminados: se besan entre amigos al encontrarse, se dan unos abrazos de cuerpo entero, y no es nada raro ver a hombres afganos caminando por la calle de la mano.
Los jóvenes suelen enamorarse del chico más bello del barrio, por lo general un menor, y es una tradición tratar de seducirlo. Uno de mis intérpretes había aprendido inglés sólo para impresionar a un chico que había llegado a la ciudad, y ambos terminaron juntos. Era su ashna. El que era mi intérprete, el seductor, no se consideraba homosexual. Lo contaba con toda naturalidad y hasta con cierta ensoñación, y hablaba tanto de la belleza del hombre como de la mujer. Un día, cuando estábamos ya en Kabul, llegó un fotógrafo de Francia a cubrir la guerra. Era muy atractivo, y los hombres afganos que lo veían se morían por él. Es más, mi intérprete bromeaba que estaba enamorado de él. Pero había algo de verdad en su declaración: se lo quedaba mirando, jugaba con su cabello, y todas las conversaciones giraban en torno a que lo seguiría hasta el fin del mundo. El francés sólo intentaba ser tolerante.
Si un extranjero llegaba a un campamento mujaidin, tenían la costumbre de agarrarle los testículos. Me sucedió una sola vez, en un campo de batalla al norte de Afganistán, en las afueras de Kunduz. Un mujaidin vino a saludarme, me pidió un cigarro, y detrás de él vino un hombre, un típico guerrero, y me agarró los testículos. El resto de los mujaidines se reían. Lo perseguí y lo pateé dos veces, pero él sacó su ametralladora para amenazarme. Hubo unos segundos de tensión, en que yo le increpé y de pronto se fue. Los mujaidines testigos excusaron su comportamiento diciendo que él había crecido en la guerra, que nada podían hacer. Me quedé furioso y lo quise denunciar con su comandante, pero él no estaba en el campamento. Sin embargo, para los afganos hay una diferencia entre estas costumbres y lo que es un hombre homosexual de toda la vida.
Vi muy pocos rostros de mujeres durante los meses que estuve en Afganistán. Ellas usan burkhas, esas rigurosas envolturas de pies a cabeza que fueron obligatorias para el Talibán. Nunca ves mujeres cuando entras en esas casas-fortalezas de un hombre afgano. No se sabe casi nada de su vida sexual matrimonial, pero los hombres hablan de sexo todo el tiempo y tienen una gran curiosidad de cómo se hace en Occidente. Una noche en un hotel de Kandahar —sin energía eléctrica, pero con generadores y televisión satelital— todos los hombres se quedaron la noche entera viendo por la tv porno duro alemán. Hay que imaginar entonces las nociones que tienen de nuestra sexualidad y de la mujer occidental. No sabían nada sobre las caricias ni las zonas erógenas, y al sexo oral lo ven como una conducta rarísima, primitiva y sucia. La idea general del sexo, según la entendí, es que la mujer con la que se casan es sólo para procrear. Hay una parte de la sociedad afgana, sobre todo en Kabul, con algunas costumbres occidentales, y que sí entiende lo de dar placer a la mujer, incluso lo de ver el cuerpo desnudo de la mujer. Pero da la impresión que, al menos para la gente rural, no existe el placer sexual en la vida matrimonial. Parece estar reservado para los ashnas.
Una vez vi un ashna en Kandahar: era un niño de unos doce o trece años, que parecía una niña lindísima. Era muy provocadora y sexualizada. Tenía la delicadeza de uno de esos chicos que se eligen para cantar en los coros, y estaba sentado como una niña, sobre las piernas dobladas. No era ni lo uno ni lo otro, sino un ser sexual, y estaba allí para ser admirado. Era tan extraño y paradójico, como un buqué de flores muy sensual. Y estaba con el mullah Naquib. Nunca pregunté a nadie si era su amante, su ashna. El niño no tenía ningún rol aparente, salvo el de estar a su lado. Era casi como una Barbie, pestañeaba coquetamente y hablaba en falsete. El mullah Naquib era un padre de familia con hijos de todas las edades a su alrededor. No lo haría, creo, frente a sus hijos, pero quién sabe. Nunca se lo pregunté.
LOS AFGANOS SON FOTOGÉNICOS
Llegué a Kandahar en 2001, cuando los talibán habían huido de ella. El fotógrafo Thomas Dworzak y yo nos alojamos en el único hotel que existía en esa ciudad polvorienta y semidestruida: el Noor Jehan. La apariencia del hotel no tenía nada que ver con su nombre: el de la famosa princesa que inspiró a un emperador a construir el Taj Mahal de la India. El Noor Jehan era ahora un hotelucho de mala muerte: detrás de él había un basural. Adelante, una hilera de panaderías. Y en la acera de enfrente, todas las casas de fotografía de Kandahar. Era curioso: sus vitrinas exponían los retratos de sus clientes, y fotografías de celebridades como Bruce Lee, Leonardo Di Caprio y Arnold Scharzennegger, junto al héroe y mártir de los mujaidines Ahmed Shah Massoud, el depuesto rey afgano Zahir Shah y algunas estrellas del cine indio. Lo curioso es que la dictadura de los talibán había abolido la fotografía, y que en estas casas de foto había sobre todo retratos de guerreros talibán.
Los talibán posaban delante de cortinas con fondos de campos de flores. Eran barbudos, llevaban el turbante negro, buqués de flores de plástico y armas de verdad. Ahora, en las vitrinas, lucían retocados en unos marcos de aluminio y de color chillón. Algunos talibán estaban solos y otros con un amigo. Algunos rígidos y otros dándose afectuosos apretones de mano. Los afganos se aglomeraban en las vitrinas frente al Noor Jehan para ver estas fotos. Era extraño que hubiese retratos de los talibán porque su líder, el mullah Omar, había impuesto la prohibición coránica de representar la imagen humana. No entendí nada hasta que Said Kamal, el dueño de la tienda Photo Shah Zada y especialista en retratos retocados, me explicó que, después de que los talibán ordenaran el cierre de las casas de fotografía, se dieron cuenta de que necesitaban fotos para sus pasaportes si querían viajar.
Hubo entonces una excepción al edicto del mullah Omar. Said Kamal debía tomar sólo fotos para pasaportes y no exhibir ningún retrato de ser humano en su vitrina, pero nunca llegó a obedecer por completo las reglas: Said Kamal seguía retratando en su estudio a los guerreros talibán. Solían llegar a su estudio con los ojos intensamente delineados con kohl negro, que los hacía parecer a estrellas del cine mudo. Pero Kamal también hacía fotografías clandestinas de matrimonios de ciudadanos comunes. Ahora que los talibán habían huido de Kandahar, Said Kamal se atrevía a exhibir las fotos en su vitrina. Esas fotos se habían quedado sin recoger, y estaban allí sólo para atraer a la clientela. Decidimos entonces vestirnos con los atuendos afganos y que nos tomaran una foto. A Said Kamal le pareció genial. Thomas Dworzak lucía tan parecido a un afgano que, al día siguiente, los fotógrafos sacaron su retrato a la vitrina.
LOS AFGANOS AMAN LA MUSICA
Hubo una época en que Afganistán era el único lugar del mundo donde había guerrilleros peleando contra un invasor extranjero. Mi primer viaje hasta allí fue en la Navidad de 1988. Entonces llegué al valle de Argandhab, a unos kilómetros al norte de Kandahar, cuando la Unión Soviética retiraba sus tropas después de diez años de invasión. Me quedé en el campamento mujaidin del mullah Naquibullah, más conocido como Naquib. Kandahar era como un basural de guerra, con estruendos de bombardeos todos los días. En medio de esta bulla en el campamento, un día recibimos la noticia de que se había abolido la música. Dos maulavis, esos eruditos islámicos escogidos por comandantes mujaidines para presidir la ley religiosa, la Sharia, habían dictaminado el edicto. No me daba cuenta de cuánto valía la música para los afganos hasta que el mullah Naquib me envió con uno de sus hombres a conocer el juzgado al aire libre de los maulavi.
Viajé hasta allí en una camioneta conducida por un hombre joven que escuchaba, a todo volumen, unas cintas de lastimeras canciones de amor. Uno de los jueces maulavis extrajo un trozo de papel y verificó la noticia: había un nuevo edicto para todos los comandantes mujaidines de la región. Los jueces alegaban que el auge del delito era porque se escuchaba música grabada. Había que apagar la música para controlar a la población. Pero esa prohibición era demasiado. Igual que el resto de afganos, los kandaharis son muy musicales. Bailan, tocan instrumentos populares, cantan. De vuelta al campamento, el conductor puso intencionalmente la cinta en la casetera a un volumen aún mayor que antes. Sabía que Naquib era un mullah más o menos tolerante. No le iba a hacer gran caso al edicto maulavi y les iba a permitir a sus mujaidines tocar su música con la condición de que sólo fuera en el campamento y a un volumen moderado. Mientras, el mullah Naquib comunicó a los jueces que acataría la orden. Años más tarde los talibán tomaron el poder de Afganistán, y decretaron la abolición de la música en todo el país.
Esa no iba a ser mi última melodía en Afganistán. Cuando volví a Kandahar a fines de 2001, visité de nuevo a Naquib, quien me invitó al Valle de Argandhab donde lo había conocido trece años antes. Naquib era ahora un personaje controversial: decían que estaba involucrado en la huida de los talibán de Kandahar, pero lo culpaban más de la extraña fuga del mullah Omar, el jefe de los talibán. Al día siguiente, Naquib me guió hasta el garaje de su residencia, donde tenía dos camionetas 4x4 último modelo. Subimos a una Toyota Land Cruiser perlada, VX edición limitada, rumbo a Argandhab. La camioneta tenía todos los lujos, entre ellos un equipo de CD con display digital.
Su verdadero dueño había sido el fugado mullah Omar, de quien Naquib poseía ahora diez de sus automóviles sin poder explicar por qué. En la ruta, Naquib encendió la música. Le pregunté si el equipo de CD era suyo o si había venido con la camioneta. Naquib me confirmó que él lo había encontrado en el auto del mullah Omar. "¿Me está diciendo que todo esto perteneció al hombre que encarceló gente por escuchar música?", le dije. Naquib se encogió de hombros. Me dijo que parecía que sí. La canción que escuchábamos, dijo, era una popular melodía afgana que insultaba al general Rashid Dostum, el jefe militar uzbeco de Mazar-i-Sharif. El estribillo decía: "Oh, asesino de afganos".
—¿Qué sería de la vida sin música? —me dijo Naquib mirando por la ventana.
LOS AFGANOS SON COQUETOS
Los hombres de la etnia pashtun son muy celosos de su apariencia personal. Muchos de ellos delinean sus ojos con kohl negro y se pintan con henna las uñas de sus pies, y, a veces, las de sus manos. Otros se tiñen el cabello, y es normal ver ancianos de apariencia sobria con largas barbas teñidas de un anaranjado tan chillón que asemeja al cabello teñido de los punks de Londres. Hasta los más corpulentos, barbudos y armados usan chaplís, que son unas coloridas sandalias de tacones altos. Me di cuenta de que para ser realmente chic en Kandahar uno debe ponerse chaplís de una talla más pequeña, lo que supone dar pasos más cortos y caminar casi tambaleándose. Los mujaidines parecen los bobos perfectos para un carnaval: cuando no están en la guerra, están maquillándose. O haciéndose cosquillas. Y toda esta cosmetología sucede en un lugar que es menos un país que un campo de guerra.
Cuando les preguntas en qué año están, los afganos te dicen que en 1381. Es el calendario musulmán. Ir a Afganistán es como volver siglos atrás y como si la guerra fuera un estado natural. En los mercados, venden chatarra de morteros y hasta pedazos de misiles Cruise de Estados Unidos. Las tiendas son fabricadas con cajas de municiones o de fusiles. En Jalalabad, un niño vendía fusibles de bombas de racimo para usarlas como luces de bengala. Hay minas por todas partes, y no hay nada más preciado que las armas. El opio es el principal cultivo de Afganistán, y bastantes jefes mujaidines son traficantes de heroína. En Kandahar, los vendedores ofrecían las Super Osama Bin Laden Kulfa Balls, unos caramelos de coco empaquetados en cajitas color rosa y púrpura cubiertas con imágenes de un Bin Laden salomónico, rodeado de fuego, tanques, misiles de crucero y aviones de guerra. Buena parte del país no tiene electricidad ni agua corriente ni redes telefónicas. Ni árboles ni agua. El polvo obstruye las gargantas, cubre el cabello y la piel, y la gente que protege sus rostros con pañuelos o turbantes ha aprendido a convivir con él. Sólo hay pozos artesanales, y, a lo mejor, un río.
Había sequía durante siete años. En algunos lugares de Afganistán, ves niños que van por la calle cargando unos veinte litros de agua que deben durarles durante tres días y medio. El mullah Omar, uno de los hombres más ricos de Kandahar, nunca había salido de su pueblo y tenía una vaca de mascota. Casi nadie ha leído un libro en toda su vida, y muchos ni se acuerdan de qué edad tienen. No hay juguetes. No recuerdo haber visto mujeres en un par de meses. No tienen mascotas. Los animales son bestias de carga o sólo sirven para comer. No hay nada blando o suave en Afganistán. No sabes entonces qué decir cuando te tropiezas con unos guerreros en chaplís, pasándose una flor y comentando su aroma en medio de este paisaje lunar que es un campo de batalla.
LOS AFGANOS SON MUY RISUEÑOS
En 1989, en Jalalabad, estuve con mujaidines en una fortaleza en el preciso instante en que la bombardearon los soviéticos. Las bombas aterrizaron muy cerca y caímos al suelo. Luego de los estallidos, hubo un silencio ensordecedor. Minutos después, sólo se oía el llanto de un hombre. Afuera había unos mujaidines rodeando a un hombre lloroso que había sido herido por una esquirla, y se mataban de risa porque le había caído en el pene. Lo evacuamos en una camioneta en medio de gritos de dolor. Todos habían tenido ese impulso de reírse de lo que le sucedió, como si hubiera sido mera cosa de hombres. Les parecía tan cómico. Aquella vez en que un mujaidin me agarró los testículos, todos se reían sin importarles que fuese un acto de violencia. Ese suele ser el nivel de humor en Afganistán.
La guerra ha llevado a una especie de brutalización de su sociedad. Afganistán es un ejemplo cumbre de cómo una civilización puede ascender y caer: hace unas décadas era un lugar alabado por su armonioso cruce de culturas, tolerancia y convivencia. El país milenario donde Alejandro El Grande construyó Ay Khanoum, una de las ciudades más imponentes de su época, es ahora un campo de batalla: una tierra poblada de búnkeres y trincheras para tanques y ametralladoras antiaéreas. Los tesoros de Afganistán han sido saqueados o destruidos. Y es muy cierto que las civilizaciones pueden evaporarse y sucumbir como la arena movediza.
LOS AFGANOS SON HOSPITALARIOS
Ser un extranjero en Afganistán es como estar en el zoológico y ser el animal. Te conviertes en una curiosidad. Hay una especie de histeria colectiva, y son como turbas que te siguen. En la calle te gritan al unísono la única frase que conocen en inglés: How are you? How are you? Algunos vienen a brincar frente a ti, o a pellizcarte o a tirarte una piedrita. Parecen no ser más que actos molestos e inofensivos, pero pueden a veces ser el inicio de una agresión. Una vez, en Faizabad, estaba hablando con un librero en un bazar y de pronto me pegó una piedra en la cara. Era del hijo del librero, un quinceañero que estaba detrás, y que trataba de esconderse. Le reclamé al papá, y éste reaccionó como diciendo que no me preocupara, que le iba a jalar las orejas. Recuerdo que me enfurecí, que agarré una piedra (o no recuerdo si eran unos libros), y se la lancé al chico, y le pedí a su padre que lo amonestara: se había quedado quieto durante esta escena, pero me dijo que entendía mi ira, y que estaba en mi derecho de castigar a su hijo. Pero tampoco hizo nada. Era muy extraño.
Había veces en que tenías que comportarte como ellos. Sólo así te ganabas el respeto, con poder y prepotencia. Cuando salíamos a pasear en Faizabad, los de la Alianza del Norte mandaban a un policía para espantar a los curiosos con un cable o un garrote, y, de paso, para vigilar a la prensa extranjera. Te conviertes en una curiosidad, y de la nada los afganos pueden empezar a tirarte granizo, y piedras. En el trasfondo de su cultura es así como matan a los adúlteros. Esta agresión proviene, creo, del hecho de que los afganos han sido adoctrinados para ver al que viene de afuera, al no-musulmán, como un kafir —es decir, un infiel—. Para un devoto del Corán, no hay nada peor que ello. El que no tiene fe ni dios es un ser desalmado, y, por ende, merece morir.
Un periodista británico casi muere así entrando en Kandahar. Estuvo a punto de ser masacrado por una turba y fue igual: conversaba amistosamente con unos refugiados afganos, y unos chiquillos le empezaron a tirar piedras. Al final una turba lo tuvo en el suelo tratando de aplastar su cráneo con ladrillos. Había unas cincuenta personas a su alrededor, hasta que él, desangrándose y casi desmayado, pudo tomar una piedra y lanzarla contra uno. Sólo cuando reaccionó en su defensa con esta agresión, ellos detuvieron la lluvia de piedras. Si no reaccionas, nadie los detiene. Si te vistes como ellos —cosa que hice por un tiempo—, sólo consigues que te miren menos. Pero sigues siendo un extranjero.
Afganistán ha sido el único lugar en el mundo donde he tenido que contratar hombres para proteger mi vida. Y contraté a tantos hombres que podría haber armado mi propia milicia. Entre la xenofobia, el bandolerismo y la brutalización de esta sociedad, los extranjeros deben viajar acompañados de hombres armados. Sólo por curiosidad, comencé a indagar qué haría falta para convertirme en un warlord, en un señor de la guerra. Diez mil dólares. Nada más. Bastaba para comprar un par de camionetas high lux, fusiles kalashnikovs rusos, y cien hombres armados para un mes. Para no gastar más después, nos convertiríamos en una mafia: iríamos donde los mercaderes y dueños de empresas para pedirles dinero. Luego te tropezabas con otro señor de la guerra, y le ganabas la batalla. No era difícil armar un ejército privado en Afganistán. Así se sobrevivía. -
Feliz fin de semana y besosssssss
HOTEL DE LAS CENTELLAS
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La mariposa filosófica
Se posa en la estrella rosa
Y forma así una ventana del infierno
El hombre enmascarado está siempre de pie ante la mujer desnuda...
Hace 5 horas
34 comentarios:
Querida amiga, gracias por informarme de esta manera...la verdad que he andado tras otras lecturas porque necesito "despeinarme" por otras vías que no sea la agresión ni las "bajas pasiones".
Verte para la celebración de tu cumple, como esa imagen tuya en medio de las flores fue maravilloso!
Saber cómo las personas se quieren y disfrutan Gizz es lo que necesito hoy.
No es que quiera tapar el sol con un dedo...pero a veces es necesario para cambiar un poco de escenario y luego volver a este mundo.
Gracias Gizz,estoy bastante mejor, gracias por tus llamados, ellos subieron mi nivel de inmunidad... jejejeje!
Aprovecho esta oportunidad para disculparme ante Roy, amigo querido a quien he tenido abandonado por la misma razón....
Lo que he leído me ha demostrado una vez más, que muchas personas viven desde su ombligo porque les es más comodo que luchar por la "justicia".... y luego descubro que lo que creo que es justo es parte de la idiosincracia de un pueblo...
Quien educa?
como se educa?
La verdad?
Cuál verdad?
Te quiero mucho Gizz,
la música maravillosa!
Gracias hermana-abrazos!
Ali
Simplemente impresionante, mañana entro a comentar punto por punto y entre esos esos cigarrillos jaja.
Saludos
Una entrada para enmarcarla Gizz... un beso enorme
Un post que nos ayuda a conocer una cultura y costumbres, que muchos occidentales desconocen, y que nos abre los ojos en el presente Afgano.
Acertado y resolutivo, muy ameno y fácil de seguir en su lectura.
Besos y abrazos amiga del alma y del corazón.
ALI...
Te lo dije por teléfono...hya momentos que toca pensar sólo en lo que nos hace bien
Eso nunca significará tapar el sol con un dedo...el sol sigue ahí, las cosas tristes también, las injusticias se reproducen como sorgo...los problemas tambien...
Pero no cuidándonos, no consintiéndonos...sólo conseguimos enfermarnos y todo lo demás...seguirá ahí
Hay tiempo para todo y debemos aprender a distribuirlo en nosotros
Verdad absotuta?
Solo la del amor como lo único vital para el ser humano...su única salvación
Todas las demás...
son relativas
Te quiero HORRORES mi hermana abrazos
jajajajaja!!!!!!!!!!
ROY...
jajaja
Te espero jajajajaja!!!!!!!
BESOTESSSSSS
ROBERTO...
Gracias amigo...sólo es un intento para comprenderme mejor a mi misma en este tema
Un besote y lindo domingo, poeta
LIM...
Poeta es que nada es verdad absoluta...y aun cuando hya cosas que tienen que ser sin PEROS y condenables...también hay muchas cosas que debemos conocer del mundo, para siquiera poder entender...un poquito
Tal vez de poquitos en poquitos...algún dia logremos una verdadera alianza de civilización...basada eso sí en respeto absoluto por la vida y en una igualdad de derechos.
Besotes amigo del alma y del corazón
Maravilloso artículo de Jon Lee Anderson que nos presentas en esta publicación mi queridísima GiZZZ. El poema de Rahchan Kayil me identifica por completo, siento que lo hubiese escrito yo apenas hace una semana, tiene la frescura de 7 días.
Quiero destacar de la lectura el aspecto religioso que es en parte una deuda con el último y acertado comentario de Isabel en tu edición pasada, el cual iba a refrendar pero me lo impidió una mayúscula distracción. Hace algún tiempo en un simposio sobre la religión, la mujer y el homosexualismo, una joven expositora terminó su disertación con cierta sorna diciendo que no podía explicarse como las mujeres en esta parte del planeta podían declararse cristianas si desde las mismas sagradas escrituras sacralizan su humillación de principio a fin, a lo que un jesuita respondió que debía ser por la misma razón que ningún líder religioso sigue aquello de tener solo una piedra para reclinar su cabeza al estilo de Jesús el crucificado, o de lo conveniente de sacarse un ojo en caso de tener un ojo pecador. No apegarse a la letra de las santas escrituras o interpretarlas no de una única manera le permite a las sociedades adaptarse de alguna manera a la fuerza de los cambios. Hay religiones que nacen de la abundancia, mientras que otras, la mayoría, nacen desde la miseria, estas últimas son las que mejor se adaptan a los tiempos de carencia, por ejemplo ante una enfermedad no se puede pagar un médico, entonces un milagro sale más barato.
La guerra se basa en desvalorizar a su máxima expresión la vida de los demás y de los que se subordinan, y nada mejor que usar la religión en su aspecto más represivo como edulcorante de esperanza y redención. Dice el artículo que para ser un señor de la guerra por un mes solo bastan 10 mil dólares, suficientes para 100 hombres con sus armas AK y un par de vehículos. Muy parecido a la situación de los grupos armados sobre todo en Colombia tanto de derecha como de izquierda y ahora con su expansión hacia México y parte de Centroamérica con los conocidos maras y su relación con el narcotráfico. El espíritu dominante homosexual masculino tácito o manifiesto en las religiones monoteístas como la nuestra se relaciona estrechamente con la actividad de la guerra, las mujeres fueron desde muy temprano de la historia vedadas a la actividad militar por su capacidad de gestación. Tenemos entonces que el más varón de los varones, el super macho en términos militares durante toda la historia, el Megas Alejandro era homosexual. No es gratuito entonces que los factores de homosexualidad masculina, miseria y sectarismo religioso sean la receta perfecta donde se requiere mano de obra a bajos costos para dominar mediante la guerra sitios estratégicos ricos en recursos legales e ilegales como la heroína afgana que desde la ocupación de los EEUU y la OTAN ha incrementado en mercado y ganancias hasta convertirse en el primer proveedor mundial con el 90% de la producción mundial. ESTA CLARO donde se maneja el dinero de esas ganancias lícitas e ilícitas y a quién beneficia, no es a las mujeres de Afganistán ni a sus hijos, que están condenados a no disfrutar de la música, a no leer un libro en su vida, a diferenciar usando incluso el linchamiento entre ellos los fieles y los demás infieles, a vivir en un ambiente natural de guerra y entre pertrechos y desechos bélicos de fabricación estadounidense, a relacionarse desde la adolescencia no con sus adolescentes mujeres sino con adultos pederastas, eso según el artículo está suficientemente CLARO.
Como decía Isabel les corresponde a las mujeres de OCCIDENTE principalmente abanderar la reivindicación de la lucha de su feminidad hasta que esta se extienda a todo el planeta, que la mujer termine también de dejar de ser esa correa de transmisión de machismo semihomosexual incluso religioso en sus propios hogares y familias y centros de educación y no desde el resentimiento y el odio a lo masculino, en esa lucha muchos varones desde hace mucho estamos integrados y con la impaciencia de que los resultados no se dan con la premura que uno quisiera pero sí con la alegría que aunque lentos estos se están dando y se seguirán dando.
Mi abrazo grande Poeta Grande!!!
Se me olvidó preguntar qué es una taza de café guayoyo.
Cuando se trata de Afganistán, el único invasor extranjero que tuvo éxito aquí fue Gengis Khan, y él no estaba constreñido por cosas como derechos humanos, desarrollo económico y la vigilancia de los medios de comunicación. Y la cita No es de mi gran Eduardo Galeano jajaja.
Hay ciertos placeres que tengo vedados en mi vida, los cigarrillos, el licor, y las drogas jaja ya sueño a Talibán.
Son placeres que nunca he practicado, ya me imagino a usted echando humo, ahí desde el balcón jaja.
Es curioso como se sexualizan ciertas prácticas y son dadas a ciertos géneros. El cultivar flores no tiene genero, creo que es un placer inigualable sembrar algo con sus propias manos y tiempo después verlo florecer, a mi me pasa.
Hoy en la mañana limpiaba el frente de mi casa, juntado hojas y basura y ayer habíamos arreglado todas las zonas verdes y logre sembrar como quince hijos del lirio gigante que yo tengo en el jardín interno de mi casa.
Oler mi naranjo agrio floreado, ver florear las rosas que tengo sembradas, o las flores del limón acido criollo que ya esta florecido, o ver las enredaderas de maracuyá u de Granadilla con flores impresionantes que cuelgan como duchas en un baño, asemejando cascadas de agua es algo que me da demasiado placer. Hoy en la mañana vi nacer varias mariposas que se reproducen en el enredadera de Maracuyá, y verlas extender sus alas para que se les sequen y emprender el vuelo es simplemente glorioso.
Al leer todo eso de Afganistán me recuerda todo lo que yo he vivido en mi vida, soy un ser extraño a veces, que protege a la naturaleza, que siembro rosas y árboles y que son tolerante con todo lo que me rodea.
Esa ambivalente sexualidad es curiosa en Afganistán, ya que eso se da mucho en Costa Rica, podemos ver a los jóvenes varones costarricenses que cuando se dan la mano, hacen un montón de movimientos en sus manos agarradas para extender el contacto mano a mano, ya que de otra forma la sociedad machista se los recriminaría.
A veces muchos adolecentes sienten atracciones sexuales por sus amigos y se ve reflejada en ciertas conductas sexuales no genitales, pero que demuestras una fuerte atracción hacia jóvenes de su propi sexo, aunque tienen novias y todo eso.
Hoy los jóvenes son muy dados a pintarse las uñas, arreglarse y teñirse el cabello, sacarse las cejas, ser muy cuidadosos en su apariencia personal, cabellos semi largos, ojos delineados, y no hablo de Afganistán sino de acá de los adolecentes varones costarricenses.
El choque de civilizaciones tan presente en el mundo, no podemos entender como hay cosas tan extremas, seres humanos que aman las flores, que se cuidan tanto su apariencia personal y después andan matando a diestra y siniestra a sus semejantes.
Me impresiono el decreto de prohibir la música, creo que eso sería como si quisiéramos atrapar el viento y no dejarlo que fluya más, es imposible. Y me acorde de un video donde sale Hugo Rafael, diciendo, exprópiese esto, exprópiese el otro, sin tener ni una sola idea de algún estudio técnico para hacerlo.
Una cultura llena de violencia extrema contra los niños y niñas, como objetos sexualizados, de lapidaciones, de apedreadas, de fusilamientos, de prohibir cosas como fotos y música, mientras la cultura de la violencia extrema se arraiga en sus vidas, destruyen todo a su paso, y violaciones de los derechos humanos de mujeres y niños.
Pero de que es un país fascínate, lo es, debe ser un lugar bellísimo, pero arrasado por tantos décadas de guerras, ojala pudiéramos ser capaces de entender las otras culturas.
Aún recuerdo cuando yo no podía comer en un lugar donde habían figuras de dioses hindús, jaja mi intolerancia hacia ídolos es extrema, pero he logrado aprender, No fue Voltaire, acaso, quien dijo que debíamos ser tolerantes con todo menos con la intolerancia?, pero aun me cuesta tolerar ídolos, o santería o brujerías, son cosas que mi mente espiritual rechaza, aunque mi mente racional me dice que existen y que se deben respetar espacios, difícil mi mente jaja y deje de fumar, que desde el primer cigarrillo te roba vida .
Abrazos
He quedado con la bocota sumamente abierta, porque es imperdible tu post y me revela cosas que no conocía ni imaginaba de los afganos, como ser que son coquetos. Nunca se me hubiese ocurrido semejando cosa, ya que como muy bien decís es una cultura ruda, o al menos así se los ve.
Al comerzar a leerte me sorprendió lo de "mama ladilla". Pensé que había leído mal, pero a que te refirís, no conozco ese trabajo, ni tampoco a Stephani. Me podrías dar mas información?
Gracias, besote y buena semana
VERDE QUE TE QUIERO DILMAN
jajajaja!!!!
Guayoyo...es un café colao con manga de tela y muy suavecito jajaja
No lo puedes mezclar con leche, porque es muy aguado.
Es mi café preferido de las tardecitas; y cuando hace frió le doy un toquecito de Ron jajajaja
Me alegro que te haya gustado el articulo...es bien interesante.
Una descripción alejada de lo general que escuchamos sobre los hombres afganos
El poema te lo voy a enviar completo!!!
Tienes razón se parece a ti...
No sé porque no me haces caso y no escribes más poesía...te lo he dicho muchas veces.
Sobre las religiones...estamos de acuerdo..
Pero dime metaesteta...
¿no crees en los milagros? jajaja!
Ciertamente es parecida la situación de Colombia y los grupos armados de México...pero yo diría en la ilegalidad solamente.Porque es mucho más complicado todo.Son muchos años de guerra. Afganistán fue un país más, victima de los jalones, tira y encoje de los dos grandes imperios, durante la guerra fría.
Hoy es una gran chapuza política, enredada con fanatismo religioso y los clanes de poder.
Los señores de la guerra siguen intactos mandando, y con respecto a la mujer, su represión es igual que la de los talibanes, pero ya no tanto por el fanatismo religioso, como por considerar a la mujer medio ser humano no más.
Todo se une, fanatismo religioso, pobreza, poder fuera de la legalidad, los diferentes clanes, tan armados como cualquier ejercito, y una gran corrupción.
Te creo cuando dices que ha aumentado la providencia de heroína afgana en el mercado internacional..ahora es río revuelto...ganancia de pescador
Pero lo que no sé con seguridad, si bajo el régimen talibán, no hubiese sucedido lo mismo, pasado más tiempo en el poder
Tantos años de guerra y guerrillas, dejaron el país en una completa ruina y miseria
El mullah Omar era un hombre millonario, y de tonto no tenía nada, logró armar a nombre de la religión un poder absoluto y todos sabemos de donde provenía su fortuna tanto personal, como la que destinaba a armar a los talibanes
Es complicado para mi, no haberme alegrado que los espantaran del gobierno, por el trato inhumano hacia la mujer.
Pero sabes bien que no creo que la invasión haya sido para proteger y reivindicar los derechos de las mujeres.
Cabe preguntarse? si la invasión no se hubiese producido, además del crimen contra las mujeres que perpetuaron legalmente, además del aumentar la heroína en el mercado, con su exitoso resultado económico, ¿que hubiese pasado?
Los talibanes, no sólo querían y quieren, mantenerse en el poder en Afganistán.
También expandir su influencia en Paquistan, por ejemplo
Que pasaría si tomasen el poder de un país como Paquistan..
poseedor de armas nucleares?
Leía ayer que El Movimiento de los Talibanes de Pakistán (TTP) e exortó al gobierno de Paquistan a rechazar la ayuda de los EEUU. Aseguró que ellos mismos pueden donar los 20 millones de dólares prometidos por el gobierno de Barack Obama
Y estoy segura que los tienen, el negocio de las drogas, como rentable...no tiene competencia.
Ayyyy Dilman...da susto todo esto.
Por lo menos a mí...me asusta mucho.
Ya cuesta mucho, lidiar con las injusticias promovidas por Estados, más o menos "democráticos"...como los nuestros, que de alguna forma, son un poco permeables, a las criticas y a la presión social.
Me imagino una parte del mundo dominado por seres fanáticos, que usan la religión a su antojo y poder, que tienen milicias que ni les importa su vida y menos la de los demás...y se me pone la carne de gallina...como decimos en mi pueblo.
Con respecto al comentario de Isabel.
Ciertamente, nos corresponde a nosotras las mujeres de occidente, abanderar las luchas reivindicativas y apoyar las del resto del mundo.
Pero estoy de acuerdo contigo.
Nunca desde el resentimiento ni del odio a lo masculino
Son muchos los hombres que han apuntalado las luchas de las mujeres
Y yo...prefiero sumar!!!!!
Y sentirnos complemento uno del otro...no diferentes
BESOTESSSS INMENSOS
Vaya, qué gran PERO...
Aunque si uno lo piensa, y como bien decís, hay ciertas cosas que simplemente no admiten peros, ni grandes ni pequeños...
Bueno...regreso de vacaciones y me encuentro con un pedazo de post como este, fantasticamente currado...!
Me ha encantado Gizz.
Besos...!
ROY..
jajajaja!!!!
No suenas a Talibán jajajaja
Está muy lejos ese concepto del uso de ciertos placeres jajajaja
Pero sabes, no creo que se sexualicen en demasía ciertas practicas, hoy día.
Es más, en Venezuela, los viveros, son manejados por hombres
Los mejores cultivadores de rosas colombianas, que son muy bellas...son hombres
Creo que tiene más que ver con el tiempo disponible, para realizarlo como hobby, para un hombre que trabaje en otra actividad
Por su puesto hay hombres que ni quieren ver una planta, ni les produce ningún placer el sembrarla o cuidarla, pero pasa con las mujeres también.
Creo que hoy día...es más cuestión de gusto y de tiempo.
Tengo muchos amigos que son como tú...y les encanta sembrar y cuidar el jardín....y sus parejas...la máxima ayuda...es traerles un te frío jajajaja
No eres un ser extraño, eres un hombre maravilloso...y gracias a Dios, los de tu clase, se están multiplicando jajajajaja
Te leo y me das envidia...una de las cosas que más me hacen falta en Madrid,es mi jardín...
Y aún cuando siempre tengo flores en el balcón...nunca se puede comparar...
Sobre lo que cuentas de los movimientos de manos para extender el saludo...pasa en Venezuela también...y pasa más en los sectores populares...imagino que en la barriadas, los jóvenes tienen que dar la impresión de fuertes,alejar lo más que puedan de ellos, cualquier atisbo de sensibilidad...para poder sobrevivir en la selva del más fuerte
También se da en los casos de hijos con padres y madres machistas...porque nosotras también podemos ser machistas...y mucho
La educación en el hogar es fundamental para vencer los perjuicios...pero pasa más frecuentemente de lo deseable, que quienes educan, están marcados a su vez por esos perjuicios.
No es fácil...y menos en culturas latinoamericanas, donde todavía el hombre y la mujer, están sometidos a ellos.
Desde muy joven tengo amigos heterosexuales y homosexuales
Mis hijos crecieron en un ambiente liberal a ese respecto Pero recuerdo más de una vez, haber escuchado "la preocupación" de una mamá o de un papá, de algún amigo o amiga de mis hijos...porque mi casa era frecuentada por homosexuales jajajaja!!!!!!
Pero siento que cada día se van venciendo esos perjuicios.
Los jóvenes de hoy día son cada vez más abiertos y más sanos
A mi también me extraño mucho la ley prohibiendo la música en la época de los talibanes
No tenía ninguna lógica.
Y lo único que se me ocurre pensar, es que desde el punto de vista psicológico, cuando se pretende controlar en su totalidad a un ser humano, es necesario que no tenga ningún escape mental...para poder doblegar su espíritu
La música es un escape, igual que cualquier manifestación artística.
Me encanta eso que dices que has logrado aprender y ser tolerante con los ídolos.
Esa es creo la mejor lección que podemos aprender
Aprender a ser tolerantes y evolucionar como seres humanos cada día más.
Ser eternos aprendices y nunca perder la capacidad de asombro...
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSS
yo no quiero un país así en este Planeta. un abrazo.
Extensa y profunda entrada, Gizz.
Afganistán es un poco el corazón de cada hombre. Necesitamos "warlord" de la paz que aniden en nuestros corazones.
Besotes y feliz semana.
Gizela, muy buena informacion. Me quedo reflexionando amiga. Besos, cuidate.
ALMITA
jajajaja
!!!!!!!
Ladilla es un termino muy criollo.
Las ladillas se pegan son fastidiosas
jajajaja
Mamá ladilla...es según mi hija Steph: una mamá que les insiste mucho...en algo jajajaja
Revisar sus tareas..era para ella...una ladilla jajajaja
Besotesssssssssss
TEROX...
Siento que eso es lo que deberíamos aprender en la humanidad...que hay PEROS...que NO...
BESOTESSSSSSSSSS
CORNELIVS
Que bueno!!!!!!
Espero que hayas descansado y te hayas divertido
Besosssssssssss
FERNANDO
El país no tiene la culpa
Mas bien los humanos y sus equivocaciones
Besosssssssss
JAVIER
Cierto amigo mío!!!!!
Felizzz semana para ti tambien
Besossssssssss
SANDRA...
Gracias por pasar
Cuídate mucho...
BESOTESSSS
Cueado vi la extensión de tu post, con el añadido periodistico, esperé a tener tiempo para leerlo con calma y coincido con tus opiniones y con su artículo. Solo estuve una vez en Kabul durante la dominación soviética y tuve poco contacto con afganos salvo en una visita a la universidad. Entonces, y casi ahora, los estudios superiores eran cosa de hombres. Luego conocí a alguna mujer, por supuesto entre los angloparlantes que era con quien me entendía.
En aquel momento me pareció un pueblo noble que luchaba por una independencia que aun tardaría en llegar.
Hoy, en manos de los talibanes, es un infierno.
Respeto mucho que las mujeres se cubran la cabeza con el pañuelo (¿es que las nuestras no llevaban velo a misa?) pero tanto allí como en otros paises me molestó el burka porque significa un dominio del hombre sobre la mujer y una sumisión de ésta.
Solo te diré que pude ver ojos hermosos y escuchar voces dulces. Lo demás, lo adiviné.
Besos
25 de agosto de 2010 23:45
Buen dia vengo del blog de Ali...y vos pareces columnista yo soy un blogger hoy nada mas...que escribe con el alma sin pensar Soy feliz princesa y sabes por que????????????????no tengo ni un miedo .me los quite este viaje fue .........la respuesta a mi hoy
Soy feliz conmigo y mi siiiiiiiiiiiiiiii.besos desde un tango aqui.......
Chau escritora....tu texto genialmente vos.
ALBINO
Creo que todos sólo adivinamos, cuando pensamos en ellas y en ellos
En esta tierra seca y destruida por tanta guerra
Y la aridez enmudece...
Un beso inmenso amigo mío
MUCHA
Que felizzz te siento.
Cuanta envidia y lastima que se me complicaron las cosas y no pude estar ahí..
Me alegro horrores amiga...sé lo que este viaje representaba.
BESOSSSS INMENSOSSSSS
Y DISFRUTA!!!!!!!!!!!
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