El amor estrujó los últimos mendrugos de vida y brotaron frutos de fantasía sobre las ramas de un laurel deslucido de tiempo. Fueron días de primavera en otoño y la lluvia se hizo de trigo dorado, regando el camino de espigas abiertas y fondos rojos.Traspasaron noches de vigilia bebiendo luna en cuenco del forjador del tiempo.Encendieron deseos sobre esteras de intensidades recordadas y amaron la pasión espejando uno en el otro los brotes de un nuevo deseo. Agotados en estremecimiento se les vio dormir la madrugada arrullados entre nubes tejidas de sol y viento al extremo de un arcoiris.
Pero un sueño despertó de su sueño y frágiles de vida minada se fueron fragmentando lentamente, imantados a lágrimas desnudas de sentido.
En derrumbe hacia un conocido olvido, la espiral de la vida recordó experiencia y colgó peso a la caída.
Buscan espacio de horizonte para abrir la claraboya y arrojar fuera del alma los marchitos. Pero reflejos opacos de árida nada sellan las salidas que sentenció una proscrita existencia.
Nada renace, nada florece, sólo remiendos de vida se cuelgan a restos de memoria, que un día caminaron de la mano de una quimera.
Gizela Rudek J
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