Hoy amanecí envuelta en brumas, y por más que soplo fuerte, no vuelan tan de prisa, como yo quisiera. Los días de bruma, no son para escribir y no hubiese escrito nada hoy, pero de mi curso de escritura creativa, llego muy apropiadamente, el visto bueno, de una asignación.
Al azar me tocaron dos palabras: mesa y carbón y con ellas debía escribir algo.
¿Por qué no, un cuento de niños?
Y en vista de que este blog, ya es bitácora de vida, baúl de recuerdos, muestrario de intentos y tantas cosas más, decidí, publicarlo aquí.
Para los niños que me alegran la vida, para los no tan niños también.
La Pequeña Mesa de Carbón
En el Mundo De Los Sueños, vivía, cargada de negro pesar y mucha soledad, una pequeña mesa de carbón.
Todos los días, recorría el mundo soñado, buscando para su triste existencia alguna finalidad. Ya había recorrido tanto del mundo buscando acomodo, pero en ninguna parte, acogida encontró.
Los alimentos rehusaban posarse sobre ella, negados a ser contaminados por su negrura.
Los escritores no querían escribir sobre ella, porque en el revés de sus papiros, su huella encarbonada quedaría.
¿Las planchadoras de nubes? …Ni siquiera le permitieron acercarse, ya que sólo con moverse, salpicaría de negro las vaporosas blancuras.
Un día, pregunto si al menos podría un rato sentarse a conversar, con las nubes oscuras, las que siempre prestas están para humedecer al mundo real; pero tampoco la dejaron acercar.
Le contaron que por error de coordinación, se había vertido demasiada agua sobre el mundo real y todavía; allá abajo, trataban los estragos de la última inundación controlar. No podían darse el lujo por su causa, de oscurecerse, ni un poquito más.
¿El departamento de energía?.... Demasiado entusiasmado con energías renovables no contaminante. Al verla llegar ¡horrorizados de viejos recuerdos! a empujones la sacaron, usando largas cabillas, para ni siquiera su negra existencia, tener que rozar.
Por tanto rechazo, caminaba acongojada, pesada, atribulada y sus cuatro patas ya no marchaban con pasos, se arrastraban; dejando tras de sí cuatro negras estelas, en el blanco piso de cristal azucarado, del hermoso mundo soñado.
Y esto también provocó fuertes reclamos del equipo de limpieza, no habituado al trabajo en exceso y cansado de blanquear su paso por el fino y dulce cristal.
─ ¡Sal mesa de carbón!.
─ ¡Muévete a otro lugar!
─ ¡Encuentra donde ir! ¡ No ennegrezcas, los limpios caminos soñados!.
Cada noche retomaba triste su camino, sin la razón de su inútil existencia encontrar.
Intentaba no llorar, pero muchas veces su desesperación era tal, que no se podía contener y... ¡era peor!
Sus lágrimas dejaban grandes charcos, de negra, espesa y mojada tristeza, sobre el blanco cristal endulzado.
Una noche, tras un fallido intento por sus lagrimas contener, al ver el negro y espeso charco que su llanto, sobre el piso dejó ; ¡presa de verdadero pánico! y huyendo de un nuevo reclamo, del lugar corriendo se alejó.
Y ¡Corría y corría! Sin parar, todo lo rápido que sus cuatro patas le permitían. Cansada, envuelta en miedo y sólo concentrada en el inútil esfuerzo de más lagrimas contener, resbaló... ¡Ayayay! ¡Qué dolor!
Sus cuatro patas quedaron enredadas entre sí, e intentaba con gran dificultad del suelo levantarse, cuando de pronto; que había caído en medio de una gran algarabía, se percató.
A su alrededor, danzaban extrañas voces que no hablaban, pero tampoco cantaban. No podía ver nada, había caído patas arriba y sus ojos, solo el blanco y dulce piso veían.
Se les podía entender lo que decían, más no se podría describir, si hablaban o cantaban. Y como además, todas hablaban o cantaban a la vez; sus palabras sonaban, como cuando se inicia un concierto y los músicos juntos, sin coordinación chequean la afinación.
Cuando al fin logró incorporarse, se percató que en su huida y gran caída, había “aterrizado” en el departamento de los Sueños De Paz...
...¡Los “BLANCOS”, Sueños de Paz!
Intentó de inmediato el sitio abandonar sin ser vista, aprovechando la algarabía y el entusiasmo que envolvía la discusión, pero era muy difícil su negrura, desapercibida pasar, en medio de tanta blancura… Efectivamente, ¡tal cual lo pensó!...
… Un Sueño De Paz, la notó.
Cerró sus ojos. Suspiró con resignación y con humildad, un nuevo reclamo esperó.
Un Sueño de Paz, amablemente se acercó y con dulzura, que era una asamblea “privada”, le explicó. Y mientras le... ¿cantaba o hablaba?, con un cálido abrazo y mucha suavidad, hacia un hermoso jardín la llevaba.
La Verde Esperanza, decía un gran letrero en la entrada del jardín.
El Sueño De Paz le propuso ahí esperar y descansar, hasta que la asamblea llegase a su fin y después ellos, su visita poder honrar.
─ ¡No lo podía creer!: ¡No la empujaban! ¡No le gritaban! ¡Nadie se molesto! Ni siquiera nadie se percató, del gran manchón, que en el sitio de la caída, su negrura marcó. ¡No salía de su asombro! Embriagada aun por la calidez del abrazo, se veía rodeada de verde esperanza, en un hermoso jardín.
─ ¿Estaré soñando? Pensaba…
─ O ¿habré perdido la razón?
─ ¿El golpe, me trastornó?
Mientras sus pensamientos se enredaban entre la sorpresa y la calidez del lugar, de pronto, un silencio notó…Ningún sonido brotaba de la sala de reunión… La algarabía cesó y en su lugar el más absoluto silencio reinó.
─ ¡Qué estaría pasando? se preguntó
No terminaba de reponerse de la intriga, cuando las músicas-palabras, de nuevo volvieron a sonar… ¡Fuerte! ¡Mucho más fuerte!. Pero sonaban con más musicalidad, sonaban más alegres y más cercanas y ¡de pronto!, todos los Sueños De Paz, hacia ella corrían.
La tocaban y se veían las palmas de sus manos ennegrecidas y reían y la volvían a tocar otros, e igual las ennegrecidas palmas de sus manos se miraban y reían. Y bailaban felicidad a su alrededor y todo era música-palabra, todo era abrazo todo era algarabía...
… ¿y ella?... no entendía... ¡nada!
─ ¡Qué paso? ¿Porque todos reían, cuando se veían las palmas de sus manos, manchadas de carbón?
─ ¿Por qué no se enojaban, de la mancha de carbón?
Los blancos Sueños de Paz, le explicaron: Había muchos brotes de violencia en el mundo real y ellas continuamente viajaban allá y dejaban sus huellas para recordar al mundo real:
No, a la Violencia, Sí, a la Paz.
Pero como sus huellas eran tan blancas, tan blancas, casi traslucidas, en el mundo real nadie las veía... y los brotes se multiplicaban y multiplicaban y ellas nada podían hacer.
Pasaron los años y feliz vivía la mesa de carbón, en el Mundo de Los Sueños. Departamento: Sueños de Paz.
Cada noche de sueños, acompañando el equipo, " Huellas Para Recordar" de los Blancos Sueños de Paz, volaba al mundo real y gracias a su carbón, muchas huellas, ellos pudieron dejar.
¡No, a la Violencia, Sí, a la Paz!
.